miércoles, 6 de agosto de 2008

Día 7 en China


Mi último día en Beijing, debía tomar una sabia decisión puesto que por la tarde volaría a Xian, así que sólo disponía de la mañana para optar por acudir al Palacio de Verano (otra magna construcción imperial) o acudir a ver el estadio nido de pájaro sede de los juegos olímpicos, opté por esta segunda opción y para mi desgracia no puede tomarme más que algunas fotos como a un kilómetro de distancia, pues no obstante de que caminé alrededor de dicho estadio, nunca pude acercarme lo suficiente para tomar una buena foto, resulta imposible acceder a una distancia en la que pueda apreciarse el estadio y toda su estructura, ello en razón de que se encuentra restringido el acceso varias manzanas previas al mismo (caminé por espacio de dos horas alrededor), la seguridad que han implementado los chinos en relación al acceso a las cercanías del estadio es realmente fuerte, pareciera que esperan algún atentado terrorista, ya que se encuentra un mundo de policías resguardando la sede olímpica y el estadio, toda esa seguridad al menos a un kilómetro de distancia, y revisan minuciosamente las credenciales del personal autorizado que ingresa a las instalaciones, un tanto cansado y fastidiado decidí tomar un taxi al aeropuerto (120 yuanes un dineral para china) el que es totalmente moderno, muy bonito y remozado, china ha gastado una fortuna en preparar estos juegos olímpicos y pretende mostrar una cara al mundo de modernidad plena, lo que es muy propio del sentir del pueblo chino: su alto significado del honor y del prestigio, en china me invitaron a comer al menos cinco veces, y no es que anduviera mendigando comida o queriendo comer de a gorra, sino que los chinos ganan prestigio invitando o pagando las comidas, pues para ellos el que recibe los regalos o las comidas pierde prestigio, mismo que proporcionalmente lo gana quien invita: que diferencia a nuestra cultura no?, claro que han de pensar que mi prestigio ante los chinos estuvo por los suelos, pero es que eso no lo entendí hasta que después lo leí por ahí, y bueno, en mi defensa debo decir que nunca permití que un mismo chino me invitara dos veces a comer, además de que siempre traté de compensar el favor recibido invitándoles un trago o regalándoles pesos mexicanos, y también que me negué siempre ha ser invitado pues a decir verdad la vida en china era muy barata, pero como buenos anfitriones siempre se enojaron e incluso llegué a herir susceptibilidades con mi negativa, así es que pues ni modo: aceptaba las invitaciones, que más da, dicen por ahí “gratis hasta las puñaladas”. Pero quien tenga pensado ir a china a hacer negocios, no permitan que les paguen las comidas, por que eso puede influir seriamente en el negocio que tienen pensado realizar, yo como un simple turista, me gustaba pelearme con los chinos por pagar la cuenta, aunque siempre me ganaban, que coincidencia no?.

martes, 5 de agosto de 2008

Día 6 en China



Este día lo dedique a recorrer por la mañana el Templo del Cielo, que es un complejo de edificios en los que el emperador acudía al menos una vez al año para rogar por las buenas cosechas, agradecer al cielo la fertilidad de la tierra y realizaba sacrificios, pues hasta hoy en día la actividad económica preponderante de china ha sido la agrícola (actualmente existen 800 millones de campesinos) y claro que el sector alimenticio contaba con notable importancia en la época imperial (debe recordarse que china ha sido autosuficiente y su desarrollo económico y cultural se dio sin influencia exterior alguna) de ahí que el emperador de la dinastía reinante acudía a orar por las buenas cosechas, siendo el monumento mas importante el edificio redondo con triple tejado (templo de las rogativas) que representa la autentica arquitectura de la china imperial y que es para los chinos lo que para los franceses es la torre Eiffel, el Big Ben para los ingleses, o la Estatua de la libertad para los norteamericanos. El templo del cielo tiene una vasta extensión, y al igual que la ciudad prohibida (residencia de los emperadores) el pueblo no podía ingresar a él, no lo conocían, era un lugar destinado exclusivamente para que el emperador y orara, e incluso realizaba todo un ritual en el que se cambiaba de atuendos para diversas épocas del año, así como para visitar templos y monumentos que ahí se encuentran, dicho complejo se encuentra amurallado y en su interior los templos también se encuentran protegidos con grandes paredes, ello probablemente al temor de los emperadores de ser asesinados por sus enemigos políticos o bien por invasiones de reinos extranjeros que pudieran poner en riesgo la “soberanía” de la china imperial.

El palacio de verano es en extensión, mas grande que la ciudad prohibida, en su interior, además de los templos (lugares dedicados a la música, al ritual, a la oración, etc.) y monumentos, pude encontrar hermosos jardines, tal y como solamente los chinos pueden hacerlo, ornamentados con flores, colinas, arroyos y puentes, en verdad que esos emperadores superaban en mucho a los monarcas europeos de la ilustración, y quiero llegar a pensar que incluso a los zares rusos (que eso es decir mucho).

El lugar me produjo un estado de relajación total, las piernas ya no me respondían, pero la armonía que me representó estar en ese lugar con tan finos y adornados jardines hizo que “olvidara” el cansancio físico y diera rienda suelta a la exaltación que en ese momento reflejaba mi espíritu, el calor? Insoportable como siempre, pero que mas da, escuchar la música ambiental tradicional china, esa que lleva a uno a la meditación, rodeados de verdes praderas finamente decoradas, con flores y árboles de colores intensos, con rios y puentes de sueño, pues claro que el calor no existía, y el sol?, pues tampoco me fastidió por que como buen viajero seguí la máxima de que se debe seguir en lugares remotos: “al lugar que fueres hacer lo que vieres” me compré un paraguas (como todo mundo lo usaba) y ahí entendí por que los chinos inventaron el paraguas, y cómo no? con el sol radiante a todo su esplendor que se siente en china, y también entendí el por qué de esos hermosos abanicos, el calor es realmente terrible.

Al finalizar el recorrido por el templo del cielo (nombre que uno de los emperadores le dio a ese lugar sagrado) decidí caminar y perderme por la calles de Beijing, afortunadamente me topé con un Hutong (barrio chino antiguo) y sin seguir una ruta fija deambulé por sus estrechas callejuelas (imagínense un San Miguel de Allende chino) en ese hutong (que era bastante grande) percibí lo que vemos en las películas chinas: antiguas tiendas pequeñas con las típicas lámparas rojas, ancianos en bicicletas más viejas que sus conductores, típicas tiendas de antigüedades chinas, viejecitas regando sus plantas, otras más comprando fruta al chinito que lleva dos canastas chinas unidas por un palo que pasa por encima de su cuello y con el típico sobrero chino, otros chinitos más jugando cartas, un par de chinitos sin camisa sentados en el portal de su casa y amarrado a las patas de las sillas un raro ejemplar de algo así como iguana, cinco grillos encerrados en una especie de jaula de mimbre, algo realmente interesante y que ahora me es difícil recrear esos momentos, por que son un cúmulo de sensaciones que a cada instante acontecen, no pasaban 15 metros cuando me encontraba con una escena propia de fotografía artística, y yo, como “japonesito” tomando fotos a diestra y siniestra, probando toda especie de comida que se vende en la calle, así como frutos raros que nunca había visto, deleitándome con la típica vida china, lo que para cualquier mortal que viva del otro lado del mundo son escenas que se llevan grabadas siempre.

¿Por qué? quizás por que la simple cotidianeidad de china es distinta a la nuestra. Como era costumbre de mi estomago, comencé a tener buen apetito, así es que busqué un restaurante dentro del Hutong, y di con uno que mas bien parecía fonda, pero totalmente familiar, ¿la comida? La mejor que hasta ese momento había probado en china, ¿cómo pedí la comida?, como siempre a señas y enseñando a los dueños del lugar la frase en chino de mi libro ¿cuáles son las especialidades? nuevamente risas, un tormento para que los miembros de la familia sugirieran la especialidad, encantada la familia conmigo, pues en momentos me llegué a sentir rarito ya que pareciera que nunca habían visto a alguna persona que no fuera chino, les dije que era de México (moshigo ren) y se desvivían por preguntarme cosas (por medio de mi libro) si tenia familia, como me llamaba, cuantos años tenia, que pensaba de china, etc, es decir, con las limitaciones propias de mi libro de frases, en tanto mientras los anfitriones se desvivían por darme el mejor trato y sugerirme algún platillo me tuve que tomar dos cervezas tsingtao de 600 ml. cada una, al final decidieron dejarme comer por que tenia una hora tratando de platicar con ellos y todo en un ámbito de cordialidad y risas de ambas partes.

No cabe duda que el pueblo chino es un excelente anfitrión, siempre encontré sonrisas a mi paso, nunca me sentí solo o menospreciado, creo también que la mayoría del turismo extranjero que viaja a china es europeo o anglosajón, y existe una diferencia notable en el carácter y personalidad de un mexicano y un europeo, pues para echar relajo nos pintamos solos, al final compartimos teléfonos y direcciones (en chino) ya que no tenían e-mail, no importa si nunca más nos veremos, lo que nos importó a ambos fue el momento, el encuentro de dos formas distintas, pero no diferentes, de vivir.

En la noche fui a visitar la plaza Tiananmen, pues quería verla con sus luces espectaculares, para mi desgracia con motivo de los juegos olímpicos se encontraba restringido su acceso, pero finalmente puede verla “a lo lejos” y me quedé con una buena impresión, pues es impresionante la vista que se tiene de ella en la noche.

domingo, 3 de agosto de 2008

Día 5 en China Recorrido Muralla China

Después de las peripecias que pase para salir del hotel, y librarme de los chinos y policías enojados, pues me subí al camión para emprender la tortuosa ruta de ir hotel por hotel recogiendo turistas que tomaron el mismo Tour que yo; tardamos aproximadamente 4 horas en llegar a Jinshanling que era el punto de partida para comenzar la caminata por la Gran Muralla, el sofocante calor me hizo pensar que seria difícil y extenuante realizarla, y más aún porque decidí tomar un Tour en el cual se recorren 10 kilómetros caminado por la muralla entre montañas, por ser el más auténtico y no tener remodelaciones o restauraciones.

Aunque se encuentra a 250 kilómetros de distancia (aprox.) de Beijing, el guía nos dijo en inglés que éramos libres de caminar por la muralla pero que teníamos 4 horas con 30 minutos para llegar a Simatai, que es el lugar en el que nos recogería el autobús para llevarnos a tomar el "lunch" (incluido en el costo del Tour). Pese a ello, la idea de caminar solo y sin turistas alrededor me gustó, así que inmediatamente me puse las pilas y comencé mi caminata, no había pasado 20 minutos cuando la vi por primera vez… lucía ¡esplendorosa!, ¡magnifica!, montañas verdes y torres señoriales, un espectáculo propio de una de las maravillas del mundo.

“The Great Wall” superó mis expectativas, las 18horas de vuelo a China se vieron compensadas con esa maravilla del hombre, no puedo describir su magnificencia pero se encontraba ahí, impetuosa, viendo pasar el tiempo sin inmutarse, con aires de indiferencia, con sus onduladas paredes y sus 6,350 kilómetros de distancia que parecían decir: solo soy una muralla, pero soy la gran muralla. En mi particular punto de vista, no creo que la muralla pueda ser vista desde el espacio, ni que sea la única cosa hecha por el hombre vista desde la luna, creo que esa es una leyenda urbana que con el paso del tiempo se ha vuelto una gran mentira, pero la gran muralla china no requiere de esa publicidad para ser grande, pues su longitud es suficiente para darle la vuelta al mundo, además de que su historia y belleza son suficientes para que sea como bien se le considerada una de las maravillas del mundo creadas por el hombre.

La caminata fue extenuante, subir y bajar montanas en medio de un clima espantoso mereció un gran esfuerzo, pero el calor no detuvo el ímpetu que me provoco estar en la gran muralla y caminar por ella, son 37 torres las que camine, se puede calcular la distancia entre cada torre con las fotos que se encuentran en este blog, y la caminata no fue en línea recta ni en un mismo plano, pero sinceramente vale la pena realizar la caminata, además, durante el trayecto muchas personas venden agua a los turistas así es que no te mueres de sed, también venden recuerdos y esas cosas, pero lo último que quieres es cargar, una chinita que mas bien era de Mongolia (la muralla fue construida en varias partes por diversas dinastías para evitar las invasiones mongolas, y finalmente fueron unificadas en la dinastía reinante hace 500 años) se la paso la mitad del trayecto conmigo, sacándome fotos y al final pues le tuve que comprar unas cartas o algo así de china que después perdí (pague 50 yuanes) muy caro para ser china pero lo hice por que me aguanto todas mis bromas y me sacó las fotos que le pedía, pues hubo trayectos en que no había ningún turista, además de caminar 5 kilómetro a mi paso.

De mencionar que si no hubiera bajado 25 kilos, jamás hubiera podido realizar la caminata, así es que fue excelente el que hubiera bajado de peso ante del viaje.al final como es mi costumbre me perdí, pues la ruta acababa en Simatai, y había un mugroso letrerito en ingles que no se veía que decía “exit” , pero como no lo vi, pues me seguí de largo por la muralla y camine como un kilómetro mas, (casi me deja el autobús) alcance a llegar por que una familia de chinitos me dio un aventón al lugar en que tomaron el “lunch” mi compañeros de Tour,

Finalmente, regresamos a Beijing, me di un buen baño, y me fui directo a la estación de trenes para comprar mi boleto para Xian (Guerreros de Terracota) ohh decepción, el boleto debí comprarlo con 4 días de anticipación, por lo que ante la incertidumbre opte por acudir a una agencia de viajes (sin hacer largas filas y batallar con el idioma chino como pasa en la estación de trenes) y pregunté por el costo de un vuelo a Xian, la verdad prefiero el tren por que es donde conoces mas al pueblo chino, pero como tengo el tiempo limitado no me podía quedar mas de 5 días en Beijing, así es que compre el boleto de avión Beijing -Xian por 580 yuanes (algo así como 900 pesos) pues en tren son como 11 horas y en avión se hace 1 hora y media, lo que me indica que en china es barato volar en avión.

Después de comprar mi boleto, me fui a cenar a un buen restaurante (ya me lo merecía después de la caminata) y pregunte en el hotel un buen lugar para comer pato laqueado, que es la comida tradicional de Beijing, las chinitas me dijeron un lugar excelente, creo que es muy famoso por que llegue caminando gracias a que todo mundo sabia perfectamente cuando les enseñaba en chino el nombre del restaurante. El lugar era muy elegante, servían diversos platillos pero la especialidad el pato laqueado, el cual estaba delicioso, pague alrededor de 500 pesos por la comida (a Rosy le hubiera gustado el restaurante por que era muy elegante) algo caro para ser en china pero en fin, me lo merecía después de un día tan ajetreado en la gran muralla.

sábado, 2 de agosto de 2008